Rozas
Ensayo Histórico-Psicológico

Mansilla, Lucio V.

192 pages - In Spanish


ISBN: 987-1136-06-4
Library of Congress Control Number: 0

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Si bien la figura de Juan Manuel de Rozas ha suscitado innumerables estudios –y discusiones, muchas aún hoy inconclusas en Argentina– este Ensayo Histórico-Psicológico resulta especialmente iluminador, además de la figura de Rozas, de las razones de la influencia que el personaje ha tenido sobre una importante porción de la dirigencia del País, y en consecuencia sobre su historia, incluso reciente.

Lucio Victorio Mansilla era sobrino de Rozas, y también era una personalidad ilustrada, bien pensante, y admiradora del progreso. Esas tres cualidades lo empujaron inevitablemente a comulgar con las ideas propugnadas por Juan Bautista Alberdi y Domingo F. Sarmiento, enemigos acérrimos de Rozas, cuyo régimen consideraban el ejemplo paradigmático del sistema de gobierno a abandonar para salir del atraso

El conflicto entre la emoción –que admira a Rozas aunque no a su régimen– y la razón –que comprende su incompatibilidad con el progreso– se hace patente en este libro, que según su autor “no puede ser, no debe ser ni una justificación ni un proceso” Su propósito es “que sea un libro de buena fe, de completa y absoluta buena fe

Mansilla escribe este Ensayo en 1898. Desde su perspectiva la guerra civil argentina había comienzado antes de la emancipación y concluye con la caída del gobierno de Rozas, régimen al que califica como absoluto e irresponsable cuidando de balancear el juicio mediante la conclusión de que “gracias al cielo, hasta allí, donde grandes y espantosos crímenes se cometen, la premeditación directa, absoluta e inmediata es más rara de lo que se lo imaginan ciertos moralistas adocenados”.

Su intención es claramente pacificadora y de rescate de la figura antes de que el progreso, inevitable, arrollador y definitivo desde su punto de vista, la cristalice como el epítome del atraso y la eclipse en el olvido: su orgullo como descendiente lo motiva, y su firme creencia en la irreversibilidad del camino de progreso que el país había emprendido lo obliga a apurarse.

Sin embargo en su claridad ve que “no hay tiranos sin pueblo a la espalda, pensando como el tirano mismo, sintiendo, anhelando, queriendo como él”, y aquí reside el valor real de este Ensayo Histórico – Psicológico, ya que pese al optimismo progresista que impregnaba a la Argentina en 1880, las raíces de los anhelos que guiaron a Rozas a instalar su régimen sobrevivieron a toda racionalidad

“Los usos y costumbres, los instintos hereditarios, las tradiciones, las preocupaciones, las instituciones incipientes, son ‘ideas’ que con los sentimientos concomitantes fijan y encarnan ciertos modos particulares de ser”, dice Mansilla, y a la luz de los hechos políticos que llevaron a la Argentina a su postración actual sus palabras resultan casi proféticas. Si a criterio de Mansilla la multitud tiene un alma, aunque el autor no lo haya podido comprobar por razones cronológicas hoy es claro que en Argentina dicha alma ha sentido permanentemente que el “Rule of Law” resulta un corset demasiado estrecho para su voluntad de libertad, y que finalmente es la Libertad Latina señalada por Alberdi como la vocación de refundir y consolidad la libertad de todos en una sola libertad colectiva y solidaria, de cuyo ejercicio exclusivo está encargado un“libertador”, la que mejor se adapta a su imaginería br> Desde nuestra perspectiva este Ensayo Histórico – Psicológico al dejar entrever el conflicto emoción–razón que Rozas suscita en Mansilla, sin quererlo echa luz sobre aspectos profundos de esta vocación que impregna a toda Latinoamérica en forma notoria luego del fracaso de las políticas mal llamadas “neoliberales” de los años ’90, y hoy –para usar palabras de Alberdi– “de libertades de esta especie está poblada la América latina, y sus federaciones son hijas de libertadores de este liberalismo latino, en que cada gobernador puede decir: 'mi Provincia es libre, y su libertad soy yo'.”
(1831–1913),
Nacido de una atractiva familia aristocrática (su madre, Agustina Ortiz de Rozas de notable belleza y hermana menor de Juan Manuel de Rosas, fue la inspiración de José Mármol para escribir Amalia), Mansilla desde muy joven demostró extraordinarias cualidades sociales.
Figura militar; ministro de gabinete; escritor; miembro de la intelectual Generación de 1880, luego de haber sido educado en Buenos Aires, se sintió hastiado del trabajo del saladero familiar y, a los diecisiete años de edad, partió para la India regresando en 1851.
Luego de la caída del gobierno de Rosas al año siguiente, acompañó a la familia a Francia, donde prosiguió sus estudios; pocos años después regresó a Buenos Aires, donde su parentesco con el ex dictador le resultó una carga.
Ingresado en el ejército simultáneamente se inició en la carrera de las letras. Ofreció sus servicios a la Confederación de Urquiza y fue secretario del vicepresidente Salvador María del Carril. Forjó una estrecha amistad con Dominguito, hijo de Domingo Faustino Sarmiento (a quien había conocido antes) y mientras continuaba escribiendo y traduciendo obras francesas luchó (1865-1868) en la guerra del Paraguay, siendo herido en un hombro en el combate de Curupaytí, en el cual vio morir a Dominguito.
Actuó como portavoz de un grupo que patrocinaba la candidatura de Domingo Sarmiento para la presidencia e intervino activamente en la campaña electoral a su favor.
Enviado en carácter de comandante militar de la frontera meridional de la provincia de Córdoba, emprendió, con un reducido destacamento, la exploración y estudio del territorio indio entre los ríos Cuarto y Quinto; entró en relaciones amistosas con los aborígenes; fundó el fuerte Sarmiento alrededor del cual se desarrolló la población del mismo nombre; como gobernador del Chaco austral, en 1878, fundó la ciudad actual de Formosa en 1879, y luego ejerció funciones en el Congreso (1882-1892); la forzada renuncia del presidente Miguel Juárez Celman configuró un rudo golpe para las esperanzas políticas de Mansilla, que le había dado todo su apoyo.
Ministro de Guerra de José Evaristo Uriburu, es enviado a Europa en 1895 con la misión de estudiar las escuelas militares y obtener ideas adaptables para las academias argentinas; el General Mansilla se retiró del ejército al año siguiente (1896).
En 1897 representó a la Argentina en la corte del káiser Guillermo; de regreso en Buenos Aires siguió escribiendo, siendo uno de sus ciudadanos más distinguidos. Se lo considera como uno de los más característicos voceros de la Generación de 1880, un producto espiritual de nuestro tiempo. Uno de los mejores cuentistas argentinos; sus escritos, a veces criticados, pero nunca tediosos, hicieron de él el escritor argentino más profusamente leído en París y sus obras en general tienen real significación tanto para los historiadores como para sus lectores contemporáneos.
Sus obras más conocidas son:
“De Adén a Suez” (publicada en Paraná, en 1855)
“ Atar Gull o Una venganza africana”. Una curiosa pieza de teatro que al ser estrenada en 1864 obtuvo un éxito extraordinario.
“Una excursión a los indios ranqueles”, basada en sus viajes hechos en 1869 a territorios indios mientras era comandante de frontera de Córdoba.
Estos relatos aparecidos por primera vez en 1870 en La Tribuna de Buenos Aires, conformaron el libro que fue traducido a varios idiomas y ganó mención honorífica en la reunión del Congreso Internacional de Geografía celebrado en París. Sumamente elogiado (así como también criticado por carecer de profundidad, por contemporáneos tales como José Manuel Estrada); atrajo singular atención pública debido al nuevo interés hacia los indios, pero aun con mayor razón en virtud del don y talento especial de Mansilla por los relatos emocionantes y sus esmeradas descripciones de ese casi desconocido ámbito junto con su penetración y discernimiento en la sociedad
“Retratos y recuerdos”, en torno de las hombres de Paraná en 1852
“Estudios morales, mis memorias” (1896, París)
“Rosas, Ensayo histórico-psicológico” (1898, París), meditado intento de bosquejar un objetivo retrato de su tío a quien él conoció bien, pero cuya memoria se hallaba todavía vastamente aborrecida en la Argentina.
Profundamente atribulado acerca de las condiciones imperantes en la Argentina (a principios del siglo XX !) y muy preocupado por la juventud, que parecía estar completamente confusa y turbulenta, Mansilla escribió “Un país sin ciudadano” (Paris, 1908) y “En vísperas” (Buenos Aires, 1910), expresando sus ideas sobre la vida política e institucional de su país.
Murió en París en 1913.