Sotileza

de Pereda, José María

280 pages - In Spanish
Edición anotada

ISBN: 987-1136-10-2
Library of Congress Control Number: 0

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José María de Pereda y Sánchez Porrúa es tradicionalmente considerado un escritor costumbrista, quizás por la conocida recomendación que le hiciera Marcelino Menéndez Pelayo de no apartarse de los temas locales del Santander de antaño. Sin embargo al leer Sotileza «publicado por primera vez en 1885« se concibe la sospecha de que esto no debió ser un consejo diminutivo, sino que la intención pudo ser desbrozar el campo de acción y permitirle al escritor dedicar su genio a la pintura del alma de sus personajes. Cierto es que la atmósfera de la Calle Alta revive en este libro, pero no lo hace a fuerza de descripciones «que las tiene, y muy buenas« sino a partir de las palabras de Silda, Andresillo, tía Sidora o la Carpia, cuyos diálogos y discusiones resultan humanos y atrapantes a través del tiempo y las costumbres que nos separan.

Hay en Sotileza una recreación del drama humano donde las circunstancias, previsibles a la manera de una tragedia griega, determinan los acontecimientos más allá de la voluntad de los personajes. A lo largo de las páginas y frente a los ojos del lector la pequeña Silda se transforma en Sotileza, con todas las implicancias que tiene el apodo, y no hay manera de desentenderse de este alma, insondablemente sabia y oculta en atractiva envoltura. Que esto ocurra en un pueblo pescador es detalle, no importa cuán magníficamente desarrollado. Es Sotileza un sol alrededor del cual rotan satélites, y aun fuera de escena se presiente que los demás personajes, no importa lo alejados, giran bajo su influencia. Y esto es así porque el genio de de Pereda ha logrado resumir en la huérfana y su corte las grandezas y las miserias universales de la condición humana.

Un párrafo aparte merece el lenguaje. Por momentos hermético y abstruso, plagado de localismos, costumbrismos y jerga marina y pescadora, las frases de de Pereda jamás fallan a la hora de lucir su sonoridad. Y es desde su ritmo y melodía que se pueden comprender los gozos y sufrimientos de quienes las pronuncian, más allá del ajuste de significados. Como una tonada sin necesidad de conocer la letra. El autor soñó que sus lectores serían sus «contemporáneos de Santander que aún vivan», tanto que a ellos pide en el prólogo «declarar con acierto si es o no su lengua la que en estas páginas se habla; si son o no sus costumbres, sus leyes, sus vicios y sus virtudes, sus almas y sus cuerpos los que aquí se manifiestan.» Esta circunstancia, de considerarse como en medio de una tertulia «en las cuales siempre ocupaba el puesto principal por su gracia y agudeza« le permitió verter su obra a manera de amena conversación. Por eso esta es una edición anotada. Pretendemos ayudar al lector apuntalándole de manera discreta, donde sienta fallar su paso, sin interrumpir jamás la charla del autor. Permitirle gozar la música, y si comprende la letra, mejor.

Si al finalizar el presente libro el lector percibe en sus pensamientos un dejo de ritmo santanderino, fruto de haber departido algunas horas con un fascinante charlista, habremos cumplido nuestro cometido al encarar esta edición.
José María de Pereda y Sánchez Porrúa
(1833-1906)


Escritor realista y costumbrista español nacido en Polanco (Cantabria) el 6 de febrero de 1833.

Desde niño dio muestras de trastornos nerviosos que se fueron agravando con los años y cuyos síntomas describe en su novela “Nubes de estío”.
Perteneciente a una familia católica y tradicionalista, recibe la influencia de sus padres, preferentemente de la madre, y se ve protegido en su juventud su hermano mayor Juan Agapito.
Pese a no tener un empleo fijo, desde su juventud y a partir de su casamiento pudo unir su afición literaria a los negocios, y la literatura fue un complemento económico importante al ser uno de los escritores más leídos de la Restauración

Después de acabar el bachillerato en Santander, ingresó en la Escuela de Artillería de Madrid, pero la abandonó por la literatura.
Estando en Madrid fue testigo de la revolución de 1854 en la que estuvo a punto de perder la vida por el tiroteo originado en las calles, sucesos que relata con detalle en su novela “Pedro Sánchez”. Durante su estancia escribe una obra de teatro, La fortuna en un sombrero (1854), comedia que quedó inédita, donde aparece el tema del idilio, el matrimonio de conveniencia y el caso de la joven sacrificada por el matrimonio para salvar la economía familiar.

Tras el fracaso en sus estudios, la oportunidad se le presentó al aparecer en Santander el diario La Abeja montañesa, en la que se estrena con el artículo “La gramática del amor”. Sus primeros escritos suelen ser anónimos, firmados por la inicial de su apellido o con el pseudónimo “Paredes” . Por lo general, son artículos de crítica teatral, sobre las comedias y zarzuelas que pasaban por el teatro de Santander, colaboraciones de carácter costumbrista o sobre la vida local. Aunque sin valor literario, le sirvieron para reconocer los temas que luego empleará en sus libros y que evidencian su gran afición por el teatro.

En 1862 prologa, firmando “Paredes”, el libro Ecos de la Montaña del poeta Calixto Fernández Camporredondo, lo cual indica que ya gozaba de prestigio en Santander como hombre de letras .

Al año siguiente, con el mismo pseudónimo, colaboró en el Almanaque ilustrado de la Abeja Montañesa, en el que publicó el artículo “Júpiter. Su vida y milagros” y “El arquero”. Algunos de los cuadros costumbristas publicados en la sección del folletín de La Abeja, pasaron luego a sus libros.

Dentro de esta etapa periodística coinciden sus tentativas en el campo teatral con obras cómico-líricas de carácter costumbrista: “Tanto tienes, tanto vales” (1861); “Palos en seco” (1861), “Marchar con el siglo” (1863), “Mundo, amor y vanidad” (1863). El escaso valor de estas obras primerizas hizo que sólo se dieran a conocer (salvo alguna que llegó a estrenarse) con el título de Ensayos dramáticos en una edición restringida, en 1869, con destino a sus amigos. Ya para entonces Pereda había logrado un prestigio literario a raíz de la publicación en 1864 de su primer libro, “Escenas montañesas”.

Prueba del prestigio que le otorgó su primera obra es que, sin dejar de escribir en la prensa santanderina, empieza a publicar en 1864 en el prestigioso periódico madrileño El Museo Universal y en 1866 colabora con otros autores en el libro Escenas de la vida, colección de cuentos y cuadros de costumbres, editado en Madrid por una sociedad de autores, entre los que figuraban Juan Eugenio Hartzenbusch, Antonio Trueba, Eduardo Bustillo, Ventura Ruiz ...

A partir de este momento y en menos de cinco años José María de Pereda se consolida como escritor y su nombre empieza a sonar entre los autores en boga hasta al punto de recibir elogios públicos como escritor costumbrista.

En su segundo libro, Tipos y paisajes el autor puso especial interés sobre todo en el relato titulado “Blasones y talegas”.

En abril de 1869, a los veintiséis años, contrae matrimonio con Diodora de la Revilla, y dos años más tarde, es presentado en política como candidato a diputado carlista por el distrito de Cabuérniga donde resultó elegido.

Su participación política en Madrid le sirvió para darse a conocer, y para darle una experiencia en la mecánica electoral, que luego vertió en su novela corta Los hombres de pro, incluida en su libro Bocetos al temple (1876).

Al cesar sus actividades políticas en Madrid deja de escribir. Él mismo lo cuenta así:

Vuelto a mi casa y más enamorado de la paz de mi hogar que de la política y que de la literatura tuve que consagrarme por entero a compartir con mi mujer los cuidados de los niños que a la sazón tenía. Cuatro o cinco años pasaron entonces in que yo publicara ni escribiera cosa alguna.

Vuelve a escribir a instancias de Marcelino Menéndez Pelayo y Gumersindo Laverde. Es entonces cuando se propone publicar una novela. A partir de este momento comienza su segunda etapa literaria.

En las tertulias ocupaba el puesto principal por su gracia y las agudezas que vertía en su amena conversación. Fue un buen polemista y un conversador ingenioso.

Como escritor, tanto en el aspecto personal como en el literario, ofrecía a sus contemporáneos una imagen singular y muy diferenciadora, y según Menéndez Pelayolo que había de característico en su estructura mental era incomunicable, y él mismo no hubiera podido definirlo”. Benito Pérez Galdós destacó “su personalidad vigorosa” y lo singular de su obra literaria que le hacía ser diferente a los escritores de su tiempo.

Marcelino Menéndez Pelayo
vio en Pereda al mejor representante contemporáneo de las letras de su tierra natal, le animó a escribir y salió en defensa suya, realizando la crítica de su obra de una manera estimulante y aconsejándole no apartarse de los temas locales de aquel Santander de antaño, en los que sobresalía a través de unos cuadros y tipos costumbristas, como los de las novelas “Sotileza” y “Pedro Sánchez”.

La muerte trágica de su hijo primogénito Juan Manuel, en 1893, supuso una ruptura en el normal desarrollo de la vida del novelista. A duras penas y gracias a la ayuda de sus amigos y de la familia pudo concluir Peñas arriba, la novela que estaba escribiendo, en cuyo manuscrito existe una cruz trazada en la página 18 del capítulo XX que recuerda aquel triste suceso.

Ya después de esto fue muy difícil animarle a escribir y únicamente publicó su novela corta “Pachín González”, basada en un hecho real, la explosión del vapor “Cabo Machichaco”, atracado en el puerto de Santander con un cargamento de dinamita, en noviembre de 1893.

En los años posteriores y una vez nombrado Pereda académico dio prácticamente por terminada su obra literaria. En 1872 había sido nombrado Correspondiente de la Real Academia Española y en febrero de 1897 leyó el Discurso como miembro de número.

En la primavera de 1904 sufrió un ataque apoplético, y prácticamente inválido falleció dos años después el 1 de marzo de 1906.