Ifigenia

de la Parra, Teresa

408 pages - In Spanish
Edición Crítica, Notas y Comentarios
Elizabeth Garrels
ISBN: 978-1-934768-12-9
Library of Congress Control Number: 2008929551

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No sobra decir que la venezolana Teresa de la Parra (París 1989«Madrid 1936) es una de las más grandes novelistas de nuestra lengua, sino que es un elemental y necesario acto de justicia literaria. Autora entre otras páginas de dos libros magistrales, Ifigenia (1924) y Memorias de Mamá Blanca (1929), ocupa un sorprendente lugar marginal en la memoria de nuestra tradición, por lo que resulta imprescindible moverla al centro.
Teresa de la Parra estuvo en contacto directo con las vanguardias europeas y latinoamericanas. Sin dejarse fascinar por éstas pero tampoco desoyendo sus enseñanzas, optó por una manera de narrar más siglo XIX que innovadora, respetó las reglas básicas de la narrativa decimonónica y usando esos recursos para describir un conflicto muy siglo XX: la independencia económica e intelectual de la mujer y el destino trágico y poco edificante de la Ciudad. Para conseguirlo, la autora siguió sus propios demonios, impermeable a obsesiones ajenas, y encontró la joya a que aspira todo escritor: su propia voz, un estilo único e inimitable, la autenticidad.
Ifigenia es una de las novelas más convincentes, inteligentes y seductoras en nuestra lengua. La autora desaparece detrás del texto. La protagonista y narradora de su propia historia, Eugenia, un testigo parcial, con voz inimitable, en un tono de autenticidad y frescura sin paralelo, nos contará su historia, seremos sus confidentes. El personaje cobra vida desde las primeras páginas, nos habla al oído con un tono inconfundible. Nos dejamos llevar por un trayecto aparentemente seguro. Pronto el lector se da cuenta de que el mundo al que Eugenia ha sido llevada y en el que nos ha sumergido dista mucho de ser un paraíso. Crecer, madurar, comprender equivalen a disminuir, perder cordura, dejar morir partes de uno mismo. En el título nos ha insinuado el sacrificio. Pero toda insinuación en esta novela portentosa camina por rutas opuestas. Incorporarse al orden social es sacrificarse, cierto, pero la voz que hemos escuchado «así cultivada y «social»« es el testigo de que todo debe renovarse. La novela misma es la renovación, y lo es por respetar las reglas impuestas en el siglo que es verdugo de su protagonista. La crítica ha sido plasmada. Eugenia será Ifigenia, el lector el hijo de su conciencia.
Crítica de la sociedad, meditación acerca de la naturaleza humana, visita impagable al universo femenino, Ifigenia es un libro clásico con todo derecho.

Carmen Boullosa NY - Julio 2006
Teresa de la Parra
(1889-1936)
Teresa de la Parra es el nombre de pluma de Ana Teresa Parra Sanojo, nacida en París en 1889.
Sus padres descendían de la aristocracia criolla de la Caracas colonial que había hecho la Independencia. Al momento de nacer Ana Teresa, su padre se desempeñaba como Cónsul general de Venezuela en Berlín, pero como tanto latinoamericano aristocrático de entonces, prefería vivir en París.
La familia regresa a Venezuela en el '91 para establecerse en su hacienda de caña de azúcar al sur de la capital. En 1898, cuando Ana Teresa tiene nueve años, su padre fallece de tuberculosis, lo cual provoca el traslado, en 1900, de su madre y los seis niños a España para vivir junto a unos parientes.
En Mislata, Valencia, pasarán la primera década del siglo. Ana Teresa ingresará como internada en un colegio de monjas del Sagrado Corazón, donde completará su educación formal en 1908. En 1910, a los veinte años, regresa con una hermana a Caracas, seguida después por su madre.
Ana Teresa vive en Caracas entre 1910 y 1923, años que corresponden al primer período de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1909-1935). Son años de rápido desarrollo y consolidación de la industria petrolera local, cuando el país se transforma de principalmente agroexportador a petrolero (1926).
Es en estos años que Ana Teresa empieza a publicar, y en 1923, al abandonar a Venezuela para radicarse en Europa, lleva su primera novela terminada. Esta saldrá editada en París bajo su recién adquirido nombre de pluma «Teresa de la Parra».
En septiembre del '24 aparece su novela feminista Ifigenia: Diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba, publicada y premiada por la Casa Editora Franco-Ibero-Americana. Su segunda y última novela, Las memorias de Mamá Blanca, también se publicará en París, cinco años más tarde, en 1929.
Entre 1924 y su muerte en 1936, la autora volverá tres veces a las Américas: la primera, por unos dos meses, a Caracas a finales de 1924, para arreglar los asuntos de una herencia que la permitirá vivir con independencia económica por el resto de su vida; la segunda, por unos meses entre los años '27 y '28, para dictar una conferencia en La Habana y visitar a su familia en Caracas, y la tercera, en 1930, a Bogotá y Baranquilla, Colombia, para dictar sus conocidas tres conferencias sobre «La importancia de la mujer americana durante la colonia, la conquista y la Independencia.» Durante el tercer viaje, es posible que ni hiciera escala en Venezuela, aunque sí lo hizo en Nueva York, La Habana y Panamá.
En Europa, vive principalmente en París, donde se mueve entre los altos círculos sociales de intelectuales y diplomáticos latinoamericanos y europeos. Trata, entre otros, con Alfonso Reyes, Gabriela Mistral y Miguel de Unamuno.
Viaja a Alemania, a Suiza, a la Italia de Mussolini, y a España.
En 1927 se encuentra en París con la cubana Lydia Cabrera, a quien había conocido en 1924 durante su paso por La Habana. Con ella iniciará una amistad estrecha y profunda, que sólo terminará con la muerte de la venezolana nueve años después. En 1932, se le diagnostica tuberculosis, enfermedad contra la cual luchará hasta sucumbir.
A partir de ese momento, pasará largos períodos en sanatorios, principalmente en Suiza y España.
El 23 de abril de 1936, morirá en la Madrid del recién instalado Frente Popular la escritora feminista quien en materia política siempre había sido conservadora.
Después de su novela Memorias…, Teresa de la Parra deja de publicar, aunque trabajará por un tiempo en una biografía sentimental de Simón Bolívar. En 1931, inicia un diario íntimo, que se publicará, incompleto y póstumo, por primera vez, en 1982.
Durante sus años europeos, será una incansable escritora de cartas, muchas de las cuales se publicaron, también póstumamente.